Vender por vender es como comer por comer: es inútil y ni siquiera es placentero. Así es perseguir ventas con la idea de que es el objetivo final del negocio y que ahí termina todo: producción, estrategias de marketing, esfuerzos por aumentar ventas y demás recursos invertidos.
Aunque suene obvio que es un error pensar así, muchas empresas lo hacen: persiguen clientes, los molestan e interrumpen con publicidad, correos electrónicos no solicitados o las famosas llamadas en frío del siglo pasado y tienen la esperanza de que los clientes potenciales (que ni siquiera eso son) le otorguen tiempo a las empresas para dejarse convencer de hacer una compra.
No solo eso, sino que además muchas marcas están atoradas en el siglo XX de tal forma que creen que después de vender algo de manera satisfactoria, por arte de magia cada cliente les comprará más y más hasta el fin de los tiempos. Asimismo esperan que de esa manera sea como nuevas personas lleguen a conocerlos.
Primer error: vender por vender
El origen del problema es no entender que las relaciones entre marca y cliente van más allá de las ventas. Esto siempre ha existido en cierto nivel, pero la tecnología y as prácticas y costumbres de los consumidores actuales hacen que se acentúe más.
A la gente no le gusta ser tratada como un número o sólo con la intención de venderle algo, ¿o a ti te gusta? Entonces por qué tantas empresas siguen acercándose a sus clientes solo por su dinero, sin entender que la relación y
Vender por vender es como comer por comer: es inútil y ni siquiera es placentero. Así es perseguir ventas con la idea de que es el objetivo final del negocio y que ahí termina todo: producción, estrategias de marketing, esfuerzos por aumentar ventas y demás recursos invertidos.
Aunque suene obvio que es un error pensar así, muchas empresas lo hacen: persiguen clientes, los molestan e interrumpen con publicidad, correos electrónicos no solicitados o las famosas llamadas en frío del siglo pasado y tienen la esperanza de que los clientes potenciales (que ni siquiera eso son) le otorguen tiempo a las empresas para dejarse convencer de hacer una compra.
No solo eso, sino que además muchas marcas están atoradas en el siglo XX de tal forma que creen que después de vender algo de manera satisfactoria, por arte de magia cada cliente les comprará más y más hasta el fin de los tiempos. Asimismo esperan que de esa manera sea como nuevas personas lleguen a conocerlos.
Primer error: vender por vender
El origen del problema es no entender que las relaciones entre marca y cliente van más allá de las ventas. Esto siempre ha existido en cierto nivel, pero la tecnología y as prácticas y costumbres de los consumidores actuales hacen que se acentúe más.
A la gente no le gusta ser tratada como un número o sólo con la intención de venderle algo, ¿o a ti te gusta? Entonces por qué tantas empresas siguen acercándose a sus clientes solo por su dinero, sin entender que la relación y la lealtad dependen de mucho más: de ayudarles de forma genuina, de interesarse por más que sólo el problema que puede ayudar a resolver y sin buscar dinero a cada paso.
Así se entenderá que la relación con los clientes es duradera e inicia en cuanto tienen contacto con la marca, pero no termina nunca si el negocio se preocupa en verdad por cada uno de sus clientes.
Segundo error: no adaptarse
Este es otro problema que impacta a muchas organizaciones en todas sus áreas. En el caso específico de la relación con los clientes, es de doble impacto:
- Por un lado muchos no entienden que para vender más, hay que entender que los clientes cambian, y junto con ello sus intereses y sus hábitos de compra. Parte de estos cambios han hecho que hoy en día la gente investigue cuenta propia lo que quiere, en lugar de esperar a un vendedor o representante que le ayude. No obstante sí quieren que esté disponible uno de ellos en el momento que quieren o necesitan.
- Por otro lado, la tecnología disponible desde hace años permite que el escenario anterior sea aprovechado al máximo. Sin embargo muchos temen a los procesos de inversión e innovación, así como el tiempo para adoptar el cambio. Lo que ese miedo ha causado es que no conozcan las opciones que no necesitan demasiado esfuerzo y ayudan a que todos en la compañía trabajen en conjunto para construir relaciones duraderas con los clientes.
Así se entenderá que la relación con los clientes es duradera e inicia en cuanto tienen contacto con la marca, pero no termina nunca si el negocio se preocupa en verdad por cada uno de sus clientes.
Segundo error: no adaptarse
Este es otro problema que impacta a muchas organizaciones en todas sus áreas. En el caso específico de la relación con los clientes, es de doble impacto:
- Por un lado muchos no entienden que para vender más, hay que entender que los clientes cambian, y junto con ello sus intereses y sus hábitos de compra. Parte de estos cambios han hecho que hoy en día la gente investigue cuenta propia lo que quiere, en lugar de esperar a un vendedor o representante que le ayude. No obstante sí quieren que esté disponible uno de ellos en el momento que quieren o necesitan.
- Por otro lado, la tecnología disponible desde hace años permite que el escenario anterior sea aprovechado al máximo. Sin embargo muchos temen a los procesos de inversión e innovación, así como el tiempo para adoptar el cambio. Lo que ese miedo ha causado es que no conozcan las opciones que no necesitan demasiado esfuerzo y ayudan a que todos en la compañía trabajen en conjunto para construir relaciones duraderas con los clientes.