Las empresas por sí mismas no generan beneficios. Son las personas quienes los obtienen, pero ¿cómo hacer para que los empleados quieran hacerlo? No hace mucho tiempo cierta empresa de vinos y licores alegró a sus clientes y vio crecer las ventas de su marca líder de whisky en cantidades consideradas récord de ventas.
¿Cómo consiguió esta empresa, como otras, que sus empleados alcanzaran su máximo potencial? Al parecer, trabajar individualmente con cada uno de los empleados está dando resultados. La solución idónea y la más rentable es contratar un sistema de mejora del rendimiento basado en incentivos o premios.
Esta tendencia tiene muchos años de éxito en países como Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, por mencionar algunos. La buena noticia es que comienza a tomar fuerza en México.
La idea era combinar una cantidad determinada de dinero por cada venta, con otros alicientes no monetarios. Te diremos quién te ayudará a comprobar que trabajar en equipo, una palmadita en la espalda, un desayuno con el director general o un reconocimiento público tiene un poder mucho más efectivo que el dinero en efectivo.
¿Te ha pasado que (diferente a las comisiones) obtienes dinero por haber logrado un objetivo y al llegar a casa lo has mezclado ya con el otro dinero que tenías en la cartera? En ese momento ya no sabes y tu cerebro ya no almacena quién te dio lo que tienes, termina en el tanque de gasolina, en las manos de tus hijos o peor aún: esparcido entre el viene viene, el limpia vidrios y el cambio del cenicero.
Es idéntico al dinero que te llegó por tu quincena y al que sacaste del cajero. Ya no tiene ese valor de premio que los profesionales en incentivos o premios llaman “reconocimiento”.
La división comercial de una conocida agencia funeraria contrató un sistema de incentivos o premios para romper marcas de ventas. Los participantes recibían puntos por realizar diferentes actividades y podían canjearlos por diversos regalos contenidos en un amplio catálogo.
Durante el primer trimestre del año del programa, las ventas no sólo se incrementaron: fueron las más altas en toda la historia de la empresa. Esto generó mayores comisiones y mayores regalos, pero lo realmente importante, que es la base del programa de incentivos, es que los empleados se sintieron mucho más valorados en su trabajo al comprobar que fueron ellos quienes movieron la empresa y recibieron los premios.
Estos ejemplos sucedieron en México y demuestran que las empresas pueden aumentar de forma notoria sus beneficios, si el rendimiento de los empleados mejora. John G. Fisher dice que el reto consiste en desbloquear todo el potencial interno de una organización. ¿Cómo hacerlo? ¡Motiva a tus empleados! Está comprobado que los empleados motivados acuden al trabajo más contentos, aprovechan mejor el tiempo, rinden más y son más productivos.
Clark Hull, psicólogo conductista estadounidense, fue el primero en establecer una descripción predictiva de lo que motiva a la gente. Según él la motivación es una función del vigor, el hábito y los incentivos o premios. En un contexto laboral, hay personas que parecen estar siempre motivadas (vigor), otras que necesitan estándares o procedimientos de trabajo bien definidos (hábito), para rendir adecuadamente y otras últimas que precisan obtener algo físico a cambio de su trabajo (incentivos o premios).
Tomemos el control y aprendamos cómo motivar a nuestros empleados; principio de año es un buen momento. Prueba con estos 5 pasos y si tienes dudas pregúntame cómo son los incentipremios a mi correo, dando click aquí.
- Sé un líder que ellos quieran seguir. Es deprimente que quien te dice qué hacer sea un mediocre que obtuvo su posición gracias a la suerte. Deja que se den cuenta que sabes, que has trabajado duro igual que ellos.
- Reconoce sus logros. Reconocer cuando alguien realiza un buen trabajo no cuesta nada y puede significar mucho. Hará que el trabajador sienta que su esfuerzo merece la pena, que es parte importante de la empresa y servirá para que continúe trabajando para ayudar al éxito de la compañía.
- Buen ambiente laboral. Es importante que se exista un clima de colaboración y confianza en el trabajo. Por ello hay que cuidar el ambiente y fomentar la relajación. Se debe ser amable con todo el mundo. Si se debe recriminar a un empleado que se haga en privado y, si se reconoce su labor, mejor hacerlo en público.
- Expectativas a futuro. En época de crisis, incentivar a los trabajadores con planes a largo plazo dentro de la compañía se ha convertido en una de las mayores motivaciones. Nada los motivará más que saber que la empresa cuenta con ellos, con su trabajo y que pueden escalar posiciones dentro del organigrama. Es una de las formas más directas de reconocer el trabajo de los empleados. Además la formación gracias a cursos internos, etc. por parte de la empresa, se percibe como una manera de apostar por el trabajador.
- Contrata un plan de incentivos o premios profesional, muchas empresas creen que ellas mismas pueden hacerlo, pero “para tomar buena leche no tienes que ser tú el que ordeñe a la vaca”. Revisa que sea un plan que incluya un catálogo diverso: no todos queremos lo mismo. Que sepas de inmediato cuáles son las reglas y cómo obtener los beneficios. También que esté en constante comunicación con los involucrados y sobre todo que te garantice el éxito que promete.
Las empresas que basan toda su política de remuneración únicamente en el salario o sólo con dinero, no consiguen impulsar la labor de su personal. Al no existir ningún incentivo adicional, no existe aliciente para esmerarse o hacer un esfuerzo extra, más allá del sentimiento de logro o la satisfacción que el mero trabajo debe dar. Es por esto que el resultado, en niveles de motivación, suele ser la instalación en la empresa del típico “yo hago como que trabajo y tú haces como que me pagas”, conocido como la ley del mínimo esfuerzo.
Alex Gutiérrez