Una de las maneras de expresar visual o plásticamente el liderazgo es mediante la figura de la pirámide, que puede resultar útil para poner en perspectiva, de manera clara, desde dónde estamos partiendo y a dónde queremos llegar, o bien, qué estamos priorizando con nuestro liderazgo.

Tradicionalmente, la pirámide del liderazgo se representaba con la forma habitual del triángulo con la punta arriba y la parte ancha abajo. Esto significaba que había una persona o un grupo -generalmente, reducido- que estaba hasta arriba tomando las decisiones y el resto de los miembros del equipo se va acomodando de forma descendiente en la pirámide, según su rango. Esta forma de liderar es casi por completo vertical; a lo mucho, habrá algunas discusiones grupales en algún nivel de la organización, pero nada más.

El principal problema con ese tipo de liderazgo es que es mucho más parecido a un pastor guiando a su rebaño que a un grupo de personas buscando lograr un objetivo común. Esta estructura ya no es funcional en muchas organizaciones y, ante los cambios en las formas de trabajo, en la concepción de jerarquía y de equipo, así como en la búsqueda de generar mejores ambientes de trabajo, se hizo un cambio: invertir la pirámide.

La pirámide invertida intenta revertir ese liderazgo en el que la persona con mayor rango da órdenes y es el único con voz y voto en la organización. En esta versión, la punta de la pirámide está a la base y ahí se coloca el líder como una figura que apoya, motiva y, sobre todo, confía en el trabajo de su equipo.

El resto de las personas que trabajan con el líder, en este modelo, tienen la capacidad de tomar decisiones, ya que son quienes viven el día a día de la empresa y saben lo que funciona y lo que no en lo cotidiano. Probablemente, antes de hacer cambios radicales lo consultarán con el líder, lo cual sólo es posible en un ambiente de confianza y de verdadero trabajo entre colegas.

Ponerse a la base de la pirámide no es un cambio fácil, pero es mucho más sencillo cuando quien está liderando conoce su trabajo, tiene claros los objetivos y la función de los miembros del equipo. Una de los puntos fundamentales para este cambio es tener una mente dispuesta a invertir las cosas, a confiar en la competencia de los colegas.

La pirámide invertida del liderazgo se enfoca en resultados más que en las tareas específicas y mejora el ambiente de trabajo para todos, pero de los efectos de este cambio hablaremos en otra ocasión.