¿Cómo incentivar a tus trabajadores? Es importante no repetir lugares comunes como “con un gran ambiente de trabajo” o “con bonos de productividad” o “pues en esta empresa la gente es primero”. ¿De verdad es cierto esto?

Parte de un programa de incentivos de calidad y que tenga los efectos deseados, es subjetivo: si los trabajadores no perciben esos incentivos como algo benéfico, adicional y agradable, entonces dicha empresa tiene un problema.

Si la gente es primero, es importante que en verdad se conozca a cada uno, sus necesidades e inquietudes. Por ejemplo, hace poco supimos de una empresa que consiguió la certificación “Great Place to Work”, pero los empleados expresaban carencias como equipo insuficiente e inmobiliario defectuoso. La gente como prioridad obligaría a resolver esas situaciones antes de buscar aprobación externa por relaciones públicas.

Otros problemas suceden cuando a pesar de cubrir lo básico y algo más, se quiere incentivar a trabajadores o canales de ventas, mediante dinero. Sí, el dinero importa, las prestaciones adicionales también, pero son parte de la relación laboral establecida desde el primer día. Son grandes componentes (indispensable) para reducir la rotación, pero no son todo lo que hay, y no deben confundirse con incentivos.

Un incentivo usualmente va ligado al desempeño y es precisamente un motivador para lograr algo más, o superar una barra que ya sea alta por sí misma. Por ejemplo, en el caso de las ventas, las comisiones que ganen los vendedores son parte de su acuerdo laboral, pero un programa de incentivos debe ir más allá y no ser monetario.

 

El problema del efectivo

 

Al incentivas con dinero, este se “pierde” dentro de los ingresos que recibe el trabajador en algún momento. Sí, es agradable, pero es solo parte de lo que se tiene para conseguir algo más: pagar deudas, viajar, invertir, ahorrar, comprar comida, comprar aparatos para el hogar, ir al cine o al teatro, etc.

Un incentivo debe ser recordado y tener cierta permanencia: como objeto o como experiencia. Por ello es mejor dar ese fin último (por ejemplo, un televisor, un teléfono o un viaje), en lugar de un intermediario (algo de dinero) para conseguirlo.

Por ello es que en un programa de incentivos se vincula el desempeño con la recompensa: aumentará el esfuerzo por algo más que solo dinero en efectivo, será recordado como algo de valor adicional, aumentará la lealtad y además es algo que puede volver a conseguirse.

Esa es también la razón por la cual muchas empresas han tenido malos resultados con programas de incentivos: los dejan a cargo de quienes no tienen experiencia en el tema y terminan gestionando un programa deficiente. Para que los incentivos cumplan su función y se vean reflejados en mejoras directas para la empresa, así como que sean percibidos como un valor adicional a salario, comisiones y otras prestaciones, es importante llevarlos a cabo de manera correcta.

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